INTRODUCCIÓN
El término “competencias” en el ámbito universitario europeo está ligado al proceso de armonización transparente de títulos y vincula de manera directa la formación
universitaria con el mundo profesional y con la libre circulación de estudiantes.
En el Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES) el estudiante cobra un perfil más destacado.
El sistema, diseñado conforme a la filosofía ECTS (European Credit
Transfer System), convierte al “crédito” en la unidad básica de planificación, de actuación y de evaluación. Este concepto va siendo conocido y aceptado, pero no sucede lo
mismo cuando a dicho sistema de créditos se le vincula con el aprendizaje por competencias. Esta situación es particularmente llamativa por las implicaciones estrechas
y relevantes que debiera tener, al menos, en tres niveles: en la formulación de los títulos, en la utilización de métodos, actividades y recursos de aprendizaje, y en la evaluación.
Diversas instituciones han elaborado documentos de especial relieve e interés
sobre el tema. Estamos de acuerdo con la Agència de Qualitat del Sistema
Universitari de Catalunya cuando afirma en el “Documento Marco General para el
diseño, seguimiento y revisión de planes de estudios y programas” que existe poca
uniformidad en el uso de los términos para designar el concepto competencia: skill,
capabilities, competency, attributes, learning outcom… Este panorama se complica aún más si se le añaden adjetivos como key skills, core skill, basic skills, transferable skills, generic skills, common skills, personal skills, work, employment
related skills….1
Los conocidos informes PISA, que comparan a los estudiantes en conocimientos y
habilidades en las áreas de matemáticas, lectura, ciencias y resolución de problemas,
parten del supuesto de que el éxito en la vida depende de un rango mucho mayor de
competencias.
Clases de competencias
Según el Proyecto Tunnig, las competencias pueden ser transversales o específicas.
Las transversales son genéricas y compartidas por todas las materias o ámbitos de
conocimiento. Las específicas están relacionadas con disciplinas concretas. Una asignatura en particular debe contemplar ambas.
Las transversales, a su vez, se clasifican en instrumentales, interpersonales y sistémicas.
- Las interpersonales miden las habilidades de relación social y de integración en diferentes colectivos y la capacidad de trabajar en equipos específicos y multidisciplinares, esto es, se trata de las capacidades que permiten que las personas tengan interacción con los demás.
- Las sistémicas miden las cualidades individuales y la motivación en el trabajo, ya que exigen destrezas relacionadas con la comprensión de la totalidad como un sistema.
- Las competencias específicas se dividen en tres clases: las académicas o relativas a conocimientos teóricos (saber); las disciplinares o conjunto de conocimientos prácticos requeridos para cada sector profesional (hacer); y, finalmente, las de ámbito profesional, que incluyen tanto habilidades de comunicación e indagación, como el know how aplicadas al ejercicio de una profesión concreta (saber hacer).
Competencias y metodologías de enseñanza y aprendizaje
Si las competencias son capacidades para desarrollar una determinada actividad, su
adquisición y desarrollo debe hacerse mediante el ejercicio de metodologías y recursos lo más semejantes a la realidad. Así lo entiende el MEC en la orientaciones para
la elaboración de los títulos: “El plan de estudios conducente a la obtención de un título debe tener en el centro de sus objetivos la adquisición de competencias por parte de
los estudiantes, ampliando por tanto (aunque no excluyendo) el tradicional enfoque
basado principalmente en contenidos y horas lectivas. Se deberá hacer énfasis en los
métodos de aprendizaje de dichas competencias, así como en los procedimientos para
evaluar su adquisición.
Evaluación y aseguramiento de las competencias
La evaluación de las competencias necesarias para el ejercicio de una profesión
tiene gran importancia y actualidad, debido a la incidencia sobre la formación inicial
y continua. Las competencias académico-profesionales se construyen en ambos contextos: universitario y laboral. Lo ideal es que estuviesen coordinados, cosa que no
suele ser frecuente. En general, las investigaciones realizadas con profesionales dicen
que la mayoría del conocimiento factual (saber) se construye en el ámbito de la formación universitaria, mientras que el conocimiento procedimental (saber hacer) se
logra en el desarrollo del trabajo.Varios autores afirman que no se evalúa directamente el concepto de competencia sino su ejercicio; este ejercicio es, además, una práctica de aprendizaje de la misma. La evaluación puede y debe se continua. Puede llevarse
a cabo en entornos presenciales, semipresenciales o virtuales.
Las actividades de evaluación deben ser coherentes con el proceso de aprendizaje
y la metodología seguidas (clases magistrales, método del caso, ABP, grupos cooperativos, trabajo por proyectos, seminarios, tutorías…) y deben hacer referencia a la
aplicación del conocimiento en contextos reales. En la planificación deben contemplarse los objetivos, la metodología y actividades y los criterios de éxito y evaluación.
Deberían proporcionar al estudiante feed back, aunque no la respuesta correcta exacta, de manera que el busque la solución adecuada.
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